martes, 14 de julio de 2009

10-FRAY ANDRES DE URDANETA

No hay en Vasconia, después de San Ignacio,
figura de tanto relieve como el agustino insigne.
Mirad su físico. Su frente serena y ancha. Su cabeza
rodeada como con un turbante, de una franja de negros cabellos. Sus cejas arqueadas cubriendo aquella mirada suya entre dulce, sagaz y penetrante a la vez; con ojos que eran grandes y negros. La aguileña nariz del vasco, sobre aquella boca austera y afectuosa.

En el alma de Urdaneta, de aquel hombre tan hombre y tan vasco, vivió una de las existencias más grandes y complejas que se hayan "conocido. Había mucho de hombre de acción y de mundo, y mucho también de convencido y de místico. Con todo lo que él sabía, quizás no le importara la gloria. Sólo su pensamiento del más allá \parecía imperar en los actos de toda su vida.

Urdaneta no destacó su personalidad tan solamente como extraordinario cosmógrafo, sino que más tarde, en la penetración y evangelización de las islas Filipinas, ocupándolas definitivamente, demostró con Legazpi sus condiciones
de civilizador, diplomático y hombre de gobierno.
La característica de Urdaneta, aquel rasgo supremo que le hizo distinguir de entre sus contemporáneos, fué la extraordinaria ciencia náutica que en sus estudios había adquirido.
A pesar de su religioso retiro, Urdaneta siguió vinculado a la navegación y a la cosmografía. Entre sus más importantes aportaciones cabe destacar la solución al problema de navegación que entrañaba el viaje entre las islas del Poniente (Filipinas) y América.

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